Corría el año 297 a.c en la bella ciudad de Alejandría. Un joven, llamado Al Gandur, se dirigía como todos los días hacia su trabajo. Su trabajo consistía en velar por la seguridad de la biblioteca de su ciudad, y en algunos casos, llevar contabilizados los papiros que prestaba a las personas o los que llegaban nuevos a la biblioteca, procedentes de otras bibliotecas u otros lugares.
Su día transcurría como otro cualquiera, sin ninguna alteración. Incluso era un día algo más tranquilo que los demás y en el que había menos afluencia de lectores o estudiantes en la biblioteca. Por estos motivos, Al Gandur pudo sacar algo de tiempo libre para ojear algunos papiros que habían llegado nuevos procedentes de Atenas. Escogió un papiro muy grande, y con colores muy llamativos. Lo abrió y comenzó a leerlo. Se trataba de un papiro en el que se hablaba de una “maldición” que recaería sobre aquel que leyera el acertijo que contenía el papiro y no lograra resolverlo en un plazo de 2 semanas.
El joven egipcio no creía en tales maldiciones y no le hizo caso, pero si leyó el acertijo ya que era un apasionado de los acertijos. Éste acertijo consistía en ir reuniendo una serie de pistas que había esparcidas por numerosos libros, hasta conseguir rellenar un puzle.
Justo cuando acabó de leer el acertijo, acabó su turno de trabajo y por lo tanto se fue a casa olvidándose de tal acertijo y de tal maldición.
La vida de Al Gandur siguió transcurriendo con total tranquilidad, hasta que se cumplieron las dos semanas de haber leído aquel acertijo, del cual ni siquiera se acordaba.
Al Gandur empezó a tener algunas enfermedades leves, que no le permitieron ir a trabajar durante unos días. El joven recordó aquel papiro que había leído, pero pensó que sería pura coincidencia. Pero lo que no sabía, es que su mala suerte acababa de comenzar.
A los pocos días, su madre y su hermana murieron en un incendio en su casa, y el padre de Al Gandur y el joven tuvieron que buscar una nueva casa donde poder vivir.
Y, prácticamente sin haber tenido tiempo para superar la muerte de su madre y de su hermana, le llegó la noticia de que había sido despedido de su trabajo en la biblioteca porque últimamente no rendía al nivel que se le exigía debido a las tragedias y enfermedades que estaba sufriendo. A partir de este hecho, fue cuando Al Gandur empezó a sospechar sobre el papiro que leyó y de las maldiciones que se hablaban. Para intentar quitarse esa “maldición” de la que se hablaba en el papiro (la cual no creía del todo cierta), entró un día en la biblioteca y cogió el papiro sin que nadie se diera cuenta y le prendió fuego con el fin de eliminar tales maldiciones.
Pero las desgracias siguieron continuándose tras la quema del libro (tenía enfermedades cada vez más graves, no encontraba trabajo y su padre fue despedido de su trabajo también).
Poco a poco, Al Gandur fue obsesionándose por las desgracias que estaba sufriendo continuamente y que se estaban cebando con él y con sus familiares, incluso estaba empezando a enloquecer y a perder la cordura.
Finalmente, Al Gandur ideó un plan como último recurso para eliminar tal maldición. Una noche, se dirigió a la biblioteca de la ciudad y se adentró en ella gracias a la llave que tenía de una de las puertas, que aún conservaba. Decidió quemar la biblioteca con todos sus papiros dentro, con el fin, de eliminar todas las piezas del puzle que conformaban el acertijo que no logró resolver y que le trajo tal maldición.
Y así lo hizo, empezó a quemar habitación a habitación hasta que llegó a la puerta por la que tenía que salir al exterior. Pero una vez que se encontraba listo para salir, no encontró la llave con la que tenía que abrir la puerta y las llamas lo consumieron junto con todos los papiros que había en le biblioteca.
miércoles, 24 de marzo de 2010
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